lunes, marzo 01, 2004

las Vegas II



La moqueta del Caesar Palace, una sinfonía de matices mármol y violeta, con el ángulo correcto engaña finalmente a nuestros ojos: "Aha, si, me parece estar viendo mosaicos". Ave Casino, los que van a perder te saludan. Nos recibe "El Colosum", la tragadenarios más grande del mundo, nueve pies de longitud y una palanca que se agarra con las dos manos. Recorriendo sus pasillos encuentras fotos de Sinatra, Venus de Milo de escayola, una calle de la Antigua Roma con cielo en constante atardecer. Vaya, una taberna romana con sonido hip hop y olor a cheeseburger. Mesas de juego, claro, y zonas de slot machines, también.

La moqueta del New York, New York, el entrelazado de la diadema de la dama de la libertad en dorado, ese motivo, en alegre clonado hacia el infinito. Reproducción de la gran manzana, con su barrio italiano, en el que cenamos, con su barrio chino, su puente de Brooklyn, sus edificios más significativos, su estatua de la libertad, el Bar Coyote con sus chicas cachondas taconeando en la barra...¿Cuál es la salida? ¿Por donde hemos entrado? ¿Hemos estado aquí nueve horas, doce o cinco minutos? Mesas de juego, claro, y zonas de slot machines, también claro.

La moqueta del Venetian, tipo renacimiento italiano, lo que creen los americanos que debían tener los Borgia bajo sus pantunflas en sus palacios. Frisos, frescos de... ¿seres mitológicos, o danzarines de corte, o damiselas del Quattrocento, con cara muy americana? ¿Qué hace el león de la Plaza de San Marcos..?¿Qué hace, mejor dicho, la Plaza de San Marcos aquí...? Los canales dentro de los pasillos, y gondoleros con góndola incluida, gondoleando el "Oh, Sole mio". Paseamos por Venecia con un cielo de eterno amanecer, desembocando en una plaza con fuentes tipo Piazza Navona, esta vez en eterno atardecer, con terrazas incluidas. Mesas de juego, claro, y zonas de slot machines, también, si, claro.

La moqueta del Circus Circus, ya no la recuerdo...¿Ronald McDonald borracho de whisky barato? Algo así enorme en una de sus entradas, el bombillerío mejor verlo por la noche, por el día se notan los parches de las carpas. Huele a viejo. Pasillos circulares en cuesta hacia una carpa enorme con trapecistas rusos, y un bar increible, que gira constantemente para que veas la panorámica de las familias gastándoselo todo al rojo, o al negro, o al verde, si hubiera. Es el bar-carrusel, te puedes tomar un burchito sentado en un caballito, que paradoja más deliciosa. Y es que así es el circo, hay que disfrutar del niño que llevamos dentro. Mesas de juego, claro, y zonas de slot machines, también, pues claro...

La moqueta del Luxor, motivos egipcios en amarillo limón y verde cesped recién segado, bajo la pirámide, las galerías de las habitaciones del hotel colgadas en las paredes en diagonal. No hay elevator, hay inclinator. Intentamos subir al inclinator, pero sólo es para huéspedes. De paso echamos unas monedas en el hall, bajo unas palmeras y una estatua de Ramses II. Las perdemos. Al salir, intentamos buscar la esfinge. No la encontramos. Al alejarnos, cansados de buscarla nos damos cuenta de nuestro error: estábamos debajo de una pata, y no podíamos apreciar su monumentalidad. Mesas de juego, claro, y zonas de slot machines, también, también...

Las moquetas de Las Vegas tapizan y tapan los agujeros del desierto. El lunes por la mañana los mortales trabajan, y Las Vegas se vacía de nuevo de jugadores hasta el próximo fin de semana.